El Dr. Ryke Geerd Hamer nació en Frisia (Alemania) en 1935, miembro de una familia de pastores protestantes. A los 18 años, inició sus estudios de teología en la Universidad de Tübingen. En la escuela de medicina, en la que hizo sus estudios completos para ser médico, conoció a Sigrid Oldenburg quien más tarde se convertiría en su esposa. Paralelamente a sus estudios de medicina cursó doce semestres de la carrera de física, y terminó su licenciatura en las especialidades de Psiquiatría y Pediatría.
En 1961, obtuvo el grado de Doctor en Medicina. En 1972 ya estaba especializándose en medicina interna, y ejercía también en compañía de su esposa, la Dra. Sigrid Hamer, realizando investigaciones sobre la “angiometría de los tumores cerebrales”. Por añadidura, obtuvo un diploma de radiólogo. Además, disfrutaba desde adolescente de un hobby singular: patentar inventos. Uno de ellos, dentro del marco de la cirugía plástica, lo constituye el escalpelo eléctrico Hamer, que permite operar de forma no traumática, cortando casi 20 veces más finamente que un bisturí, y una sierra especial para las intervenciones óseas. Por otra parte, patentó una couchette para masaje que se adapta automáticamente al contorno del cuerpo, y un aparato que permite el diagnóstico serológico transcutáneo.
El matrimonio Hamer sufrió, años más tarde, la trágica muerte de su hijo, la cual, unida a las dificultades de la investigación judicial que se llevó a cabo, y al desarrollo de un complicado proceso posterior, los afectaron profundamente. El Dr. Hamer desarrolló, cuatro meses después, un cáncer de testículos, en tanto que su esposa, la Dra. Sigrid Hamer, sufrió, de manera consecutiva, varias enfermedades cancerosas hasta fallecer, el 12 de abril de 1985, a causa de un infarto agudo al miocardio.
A partir de la muerte de su hijo, y debido al desarrollo de los cánceres en él mismo y en su esposa, el Dr. Hamer inició una investigación científica. Al poco tiempo escribió la hipótesis de que tanto su cáncer como el de su mujer pudieron estar relacionados con el brutal conflicto que vivieron. Este conflicto ocurrió en el más completo aislamiento, y el Dr. Hamer lo percibió como el acontecimiento más grave que le pudo haber ocurrido en toda su vida. Por ello, le dio el título a su trabajo de la Ley de Hierro del Cáncer, piedra angular alrededor de la cual se articula toda la Nueva Medicina.
En octubre de 1981 presentó la tesis sobre su descubrimiento en la facultad alemana de Tübingen, y el tribunal médico rechazó sus investigaciones colocándolo en la difícil posición de: o negaba su tesis o tenía que abandonar inmediatamente su trabajo clínico en la facultad.
En mayo de 1982 la Universidad de Tübingen le devolvió sus documentos de trabajo sobre las correlaciones entre psiquismo y cáncer, sin haber efectuado ninguna verificación.
Desde 1986 el Dr. Hamer no puede ejercer el derecho de atender a un enfermo. El veredicto queda confirmado en sesión única en 1990. Se prohíbe cualquier proceso de revisión, y se declara al Dr. Hamer como no poseedor de las facultades de control de sí mismo, declarándosele incompetente para juzgar las necesidades de tratamientos contra el cáncer.
Durante 13 años el tribunal no ha aceptado las investigaciones del Dr. Hamer y llegaron a exigirle que se sometiera a un examen psiquiátrico, a la vez que pretendían internarlo a la fuerza, pero estas maniobras en su contra fracasaron.
Los intentos de desprestigio y desacreditación del Dr. Hamer y de sus descubrimientos, (expuestos como Nueva Medicina), han sido constantes. El 21 de mayo de 1997 el Dr. Hamer fue arrestado y encarcelado, tratándolo quasi como un criminal. La encarcelación se basó en tres puntos entre los cuales se habló de haber infringido la ley de práctica médica.
La Nueva Medicina, basada en 5 leyes biológicas naturales, ya ha sido validada por médicos y científicos competentes. A pesar de ello, la prensa y medios de comunicación en general no han escatimado los epítetos insultantes en relación al Dr. Hamer. Es trágico ser testigos de este rechazo a una gran aportación a la medicina. No se ha decidido si la van a incorporar a los estudios universitarios o ponerla en práctica en beneficio de todos. Especialmente de los enfermos actuales y de la investigación futura.
Algunos pacientes cancerosos pintaron en 1956, en los muros del Hospital de Villejuif de París: «Del cáncer vive mucha más gente de los que morimos».
La dedicada investigación del Dr. Hamer para descubrir cómo el cuerpo humano se transforma después de un shock, preocupación o pesadumbre sigue sin ser reconocida por muchos médicos. A pesar de que hace algunos años, en Alemania, un grupo de médicos decidió revisar los textos de Hildegard Von Bingen -abadesa del siglo XI de la región alemana de Bingen- y llegaron a la conclusión de que las emociones negativas de ira, tristeza y miedo afectan de tal manera al organismo humano que llegan a provocar un cáncer, muy poco se ha avanzado para abrirse a los descubrimientos, a la aceptación de estudios basados en lo que ahora se llama Medicina Energética o de la Energía, es decir, la confirmación de que la energía provocada por nuestras emociones tiene un efecto en nuestra salud y en nuestro comportamiento. Aquí, desde luego, incluyo tanto las emociones positivas como las negativas. Las positivas indiscutiblemente afectan al ser humano otorgándole una sensación de poder, de alegría y bienestar; por el contrario, las negativas lo afectan debilitando su sistema inmune, siendo el resultado una larga lista de enfermedades.