miércoles, 7 de agosto de 2013

Pedro Romaniuk

Pedro Romaniuk colaboró intensamente en la divulgación de conocimientos científicos que generalmente estaban vedados al gran público; realizó verdaderos trabajos de anticipación científica, con pronósticos hasta veinte años adelantados y que luego fueron verificados, como la grave alteración de la capa de ozono, el derretimiento de los hielos polares, el aumento de la temperatura del planeta, la disminución pronunciada de oxígeno en la atmósfera, el incremento de huracanes, tifones y terremotos, la aparición de plagas y enfermedades, etc., documentados y protegidos bajo la Ley 11.723. Este autor científico se ocupó también con absoluta objetividad de fenómenos difícilmente aceptables en algunos medios académicos. En 1968 compartió investigaciones con científicos soviéticos sobre la Cámara Kirlian, que luego introdujo en nuestro medio. Esta cámara es un aparato científico que registra en colores, las denominadas Energías Bioplasmáticas. A partir de 1969, Romaniuk comenzó a desarrollar sus actividades como integrante del Consejo de Asesores Científicos del Instituto de Biopsicosíntesis de la Universidad Argentina John F. Kennedy. Participó como expositor y panelista del IX Congreso Internacional de Psicosíntesis organizado por dicha casa de estudios donde conoció al Ingeniero Enrique B. Rodríguez, del Brasil, especialista en la ciencia Psicotrónica, rama de la ciencia apenas conocida en Occidente y secretamente desarrollada en la U.R.S.S. La Psicotrónica atrajo el interés de Romaniuk quien a raíz de sus estudios y experiencia publicó su libro “La Guerra Atómica y Las Armas Psicotrónicas” (1978). Esta obra contiene un análisis profundo de la utilización del arma más terrible inventada hasta la fecha, el Arma Psicotrónica. Los contenidos de esta obra fueron analizados por los Estados Mayores y Servicios de Inteligencia de varias Fuerzas Armadas latinoamericanas. A partir de esto, Pedro Romaniuk fue invitado a dictar una carrera terciaria en el Instituto Superior de Ciencias Técnico Humanísticas del Colegio La Salle de Buenos Aires (1976 – 1977), con el nombre de “Parapsicología y Ciencia Extraterrestre”. Esto dio origen a su libro “Texto de Ciencia Extraterrestre” donde se puede obtener información sobre Cosmogonía, Cosmología, Ciencia Extraterrestre y su relación con las Explosiones Atómicas, Abismos Negros, el Núcleo Terrestre, Materia y Mente, entre otros temas. En 1981 Romaniuk participó de un Seminario Científico Multidisciplinario realizado en la Universidad de Belgrano de Buenos Aires con el tema “Vida frente a la Muerte”. Compartió el panel con científicos relevantes: entre otros, el Dr. Raúl Matera, el Dr. Domingo Liota, el escritor Ernesto Sábato, y un grupo de médicos, biólogos, genetistas, legistas, antropólogos, psiquiatras y representantes de diversas confesiones. En esta oportunidad, Pedro Romaniuk se refirió por primera vez a la existencia del Campo Estructurador de las Formas, la Memoria Extracerebral y el Patrón Genético Individual y no paterno, en todo óvulo apenas transcurridas 72 horas de haber sido fecundado. Romaniuk continuó investigando la Vida y la Muerte, cuyos resultados plasmó en obras de divulgación y difundió internacionalmente, incluyendo estudios sobre misteriosos milagros de curaciones y recuperaciones rápidas o espontáneas, que despertaron la atención de algunos investigadores de EE.UU. El reconocimiento internacional a sus trabajos investigativos le valió la designación de miembro del panel de Asesores Científicos Internacionales de la Life Beyond Death Research Foundation Inc. (Fundación Vida Más Allá de la Muerte), para Argentina y América del Sur. También realizó investigaciones sobre Aceleradores Solares y Láseres de Cristales de Cuarzo que permitieron el desarrollo de un nuevo campo para reestablecer el equilibrio bioeléctrico de cualquier célula biológica desequilibrada, neutralizándose mediante este método las causas psicosomáticas de casi todas las enfermedades humanas. Los resultados de estos trabajos que se llevaron a cabo con el aporte de un grupo de profesionales médicos, la mayoría sensitivos, fueron publicados en el libro número 11 de Pedro Romaniuk “Babilonia 1984-85.91”. En 1989 publica “La Vida Después de la Muerte” – actualizado y ampliado en 1992 con un capítulo dedicado al análisis del suicidio – donde se comentan los últimos avances tecnológicos en beneficio de un mejor conocimiento del mundo invisible de la muerte. También desarrolló su idea acerca de la existencia del Neutrino como base de inteligencia estructuradora de todas las materias orgánicas e inorgánicas, compartiendo los conceptos del Premio Nóbel de Física, Dr. Max Planck, quien ya en diciembre del año 1900 proclamara ante los científicos de la Sociedad Alemana de Físicos de Berlín que “todas la materias están regidas por un campo de fuerza inteligente que determina su forma y duración”. Ideas, Reflexiones. Su Prédica: Romaniuk nunca aceptó que entre las incontables galaxias existentes, poseyendo una sola de éstas – la Láctea – aproximadamente 190.000 millones de mundos similares al nuestro, el hombre siga insistiendo en querer mantener la exclusividad de la Vida y la Inteligencia en el Universo creado por Dios. Pedro Romaniuk está convencido de que cerrándonos en nosotros mismos y no admitiendo la probabilidad de vida inteligente en otros mundos y planos (a pesar de las experiencias vividas por gran cantidad de personas), perderíamos la oportunidad de acercarnos con humildad un poco más a la Verdad. Por ello se propuso difundir todas las novedades y conclusiones al respecto. Él sabe como todo buceador de la Verdad que, solo a través de la Luz que disipa las tinieblas y la confusión, los seres tienen la posibilidad de evolucionar libremente. La prédica de este científico jamás se originó en cerrados dogmas sectarizantes, sino más bien en fundamentos científicos y serias reflexiones sobre la realidad circundante en todos sus aspectos. Romaniuk y sus colaboradores estudiaron con gran seriedad una suma de temas vitales cuyas conclusiones se difundieron por diferentes medios. Algunos de ellos: • el derretimiento de los hielos en ambos polos • el aumento de la temperatura del planeta • el incremento de los movimientos sísmicos • la grave alteración de la capa de ozono • el aumento de la temperatura del planeta • la disminución pronunciada de oxígeno en la atmósfera • el incremento de huracanes, tifones y terremotos • la aparición de plagas y enfermedades Todo esto como efecto directo de las explosiones atómicas de superficie y subterráneas registradas durante años. A partir de 1947 – en plena expansión de los experimentos atómicos – los terremotos, maremotos, aludes y movimientos sísmicos en general se multiplicaron sin freno. Del mismo modo aumentaron en frecuencia e intensidad los tornados, tifones, ciclones y huracanes en todo el globo, generados por la enorme cantidad de Núclidos (partículas de muy larga vida y poderosísima actividad energética, producidas por detonaciones nucleares), existentes y denunciados mundialmente por la Comisión Científica para el Estudio de los Efectos Radiactivos, de las Naciones Unidas, en su Informe Anual de noviembre de 1967 y en otros posteriores. Durante los años 1967/69, Pedro Romaniuk elaboró una teoría científica que expuso ante centros de investigaciones mundiales respecto de los efectos gravísimos de los Núclidos sobre el sistema de vientos de la atmósfera terrestre, especialmente los Jeets Stream y El Niño, de directa repercusión sobre los Alisios. Conjuntamente desarrolló un estudio sobre las Líneas Isovibrodinámicas – ondas vibracionales o sísmicas producidas por explosiones atómicas subterráneas – todo lo cual fue publicado en sus obras “Revoluciones Atmosféricas y su relación con las Explosiones Atómicas” y “La Tierra está temblando” (1968 – 1969). También alertó a la opinión pública sobre el peligro que entraña el almacenamiento de desechos radiactivos. Éstos y otros temas similares fueron editados en diecisiete obras de divulgación científica.